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Después de ducharme en un cuarto de baño en condiciones, donde distingo perfectamente mi toalla y la luz ilumina a la perfección todos sus rincones, aterrizo en la realidad postvacacional: mañana al tajo.


August in New York ha sido un mes a la carrera, un mes de visitar sitios, conocer gente y de vivir un verano intenso y diferente. Despues de 12 horas de viaje ya estamos de nuevo en los madriles. A estas horas (0:30 Madrid - 18:30 NYC) probablemente estaríamos en plena visita de la tarde, yendo a comprar a Key Food o discutiendo con Andy y Michael donde nos ibamos a encontrar despues de que ellos fuesen al Footlocker. En un momento dado alguien diría: "Wifi", y todos giraríamos la cabeza; David diría: "Bueno yo me marcho a ver la tienda de... en la 5ª Avenida y después quiero comprar unos pantalones para mi hermano". Itziar replicaría en castellano: ¨David ¿me vais a dejar sola con Andy y Lucas otra vez? Joder, que yo no quiero nada con él y le tengo todo el día pegado a mí". Mientras, un servidor, se haría el loco (está loco, está loco) y respondería que aún no sabe qué va a hacer, pero que en algún momento de la tarde se quiere pasar por internet para actualizar el blog. Andy empezaría con su famoso: "Come on David, come on"; mientras Michael (Lucas) estaría echándose unas risas o poniendo cara de asco porque no quiere esperar más para ir a comprar. Llegaríamos a la esquina de la calle 34 con la 5ª Avenida y repetiríamos un par de veces dónde nos vamos a encontrar después. En ese momento Ana diría: ¨Lucía, llama a tu primo para que quede con sus amigos que yo con estos me aburro mazo¨. Ella respondería: ¨Que va, Juanca mola".




Pero hoy no es así, no son las 18:30 hora NYC ni estamos en Manhattan. Son las 0:44 y en menos de 9 horas estaré sentado frente al ordenador que me da de comer, con cara de zombie y escuchando mi nombre cada 5 minutos.

NYC es una ciudad que te permite reinventarte, que te retrotrae a las noches de reyes de nuestra infancia cuando inocentemente decíamos: "Mira mamá, mira esto". Porque allí todo es distinto. Pero curiosamente te acostumbras pronto a NYC, a los tipos raros, a los rascacielos, a los olores, a que los coches se salten los semáforos, al ritmo frenético de una ciudad que ni en verano descansa, a la comida rápida, a ¨tener¨ que dar propina por cualquier servicio, a ver la basura amontonada en la acera, a que todos los edificios tengan en la fachada la escalera de incendios, a que el metro cambie por sorpresa su recorrido tras un ininteligible aviso por megafonía y a que un par de chalados intenten hacer el pino en Central Park o busquen el camino correcto dentro de una fuente. Lo mejor es que puedes fotografiarlo todo. ¿Sabes por qué? Porque ahora casi todo el mundo tiene una cámara digitial y ya no tienes que elegir entre hacerle una foto al Empire State o al Chrysler Building.

A la gente le da igual quién seas tú, de dónde vengas, cuánto tiempo vayas a estar aquí y por qué. En el momento en el que pisas Manhattan ya eres uno más de esta jungla de culturas y razas, llena de rarezas y, en la que los dólares vuelan más rápido que en ningún otro sitio.

Si eres un amante de los tópicos, en Marrajatan (tal y como los alemanes nos entendían decir Manhattan) podrás tomarte un perrito caliente en un puesto callejero, ver humo saliendo de las alcantarillas, hacerte una foto con un policia neoyorkino, subirte a uno de los cientos de taxis amarillos que pueblan las calles, cruzarte con alguna modelo o actor famoso, escuchar a virtuosos de la música desperdiciar su talento en el metro porque otro se ha llevado su oportunidad y ver la bandera tricolor en todas las manzanas... la bandera de la doble moral americana.

En mi haber más de 1765 fotografías y 97 videos (aún falta por descargar una tarjeta). Seguiré escribiendo, pero dadme un par de días para completar este post que ahora mismo no me tengo en pie.

Gracias a todos los que habéis leído el blog, los que habéis participado en él y los que habéis seguido con más o menos interés nuestras aventuras neoyorkinas.